Sobre el tallo encefálico está una estructura en forma de anillos, el sistema límbico, donde se encuentran las emociones propiamente dichas. Del sistema límbico vino el aprendizaje y la memoria.
Una forma de ir más allá de las rudimentarias reacciones automáticas, una forma de adaptar y afinar las reacciones al mundo cambiante, cuyo fruto es una mejor supervivencia.