Definamos primeramente emoción. Un concepto en el que todavía no hay acuerdo entre los psicólogos. Según su etimología, “emoción”, viene del latín “moverse”, el prefijo “e” indica dirección. Por lo tanto emoción es “moverse hacia algo”. Las emociones son impulsos, reacciones automáticas, que nos llevan a actuar.
Las emociones humanas han evolucionado fundamentalmente como un mecanismo de supervivencia.
El miedo nos ayuda a protegernos del daño y nos indica que debemos evitar el peligro.
La ira nos ayuda a superar barreras para obtener lo que necesitamos.
Encontramos alegría y felicidad en la compañía de otros.
La tristeza respecto de la pérdida de una persona importante envía señales para que dicha persona regrese, o una actitud de desamparo puede ayudar a atraer una nueva persona que puede actuar como sustituto de la persona que se ha ido.
Una vida agitada y apresurada ha vuelto a los niños propensos a la irritabilidad y a la ira. Mediante la inteligencia emocional pueden reconocer estos sentimientos y controlarlos.
La mayoría de las personas se automedica para controlar las emociones, tomando alcohol, cafeína, refrescos de cola y otras drogas.
Lo mismo sucede con los alimentos, también interactúan con las emociones. Hay alimentos que hacen sentirse bien, como el chocolate y el helado. El cerebro libera serotonina y endorfinas, sustancias asociadas al bienestar. Estos alimentos suelen apetecernos cuando estamos tristes.