Todas estas habilidades emocionales pueden ser aprendidas por nuestros hijos. Estos niños cuando llegan a adultos se sienten más satisfechos, son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que llevan a la productividad.
Por el contrario, los que no controlan su vida emocional, sufren constantes luchas internas que socavan su capacidad de trabajo y les impiden pensar con la suficiente claridad.
Todas las capacidades de la inteligencia emocional están interrelacionadas y enseñarle a su hijo una capacidad engendrará un cambio en las otras áreas de la inteligencia emocional.