Olvidémonos de la educación de la memoria, destronemos al coeficiente de inteligencia, pensemos que la felicidad futura de nuestros niños es nuestra propia felicidad. Acabemos con tanto consumismo que nos obliga a trabajar excesivamente y a no ver a nuestros propios hijos, nuestros hijos que son lo que más queremos.
Volvamos a lo importante. Enseñemos las cosas que de verdad son importantes, son útiles, que les ayudarán a resolver sus problemas emocionales, para que sepan relacionarse, solventar sus diferencias, confiar en sí mismos y en los demás. Enseñemos a nuestros hijos inteligencia emocional.