• “Si conduces un autobús con 43 personas desde Cádiz a Barcelona, paras en Madrid, suben 7 personas y bajan 5; paras en Zaragoza, suben 4 más y bajan 9. Llegas a Barcelona 20 horas más tarde. ¿Cómo se llama el conductor?”

autobús

Si no conoce el enigma se sorprenderá con la pregunta y te dirá que no puede saberlo. Y esto a pesar de que se lo leas varias veces.

Esto mismo ocurre con muchos de los problemas a los que nos enfrentamos que tienen tanta paja alrededor que no nos damos cuenta de su simpleza.

Tantos datos, personas que suben y bajan, ciudades, horas,… Todos esos datos sobran. Reduzcamos el problema a lo siguiente:

  • “Si tú conduces un autobús, ¿cómo se llama el conductor?”

Ahora sí que es fácil, ¿verdad? Se llama como tú, porque eres tú.

Muchas veces queremos resolver problemas que han sido propuestos por otras personas. Estas personas te aportan una serie de datos que no sirven para nada. Hay que saber discriminarlos. Si no nos perderemos en la maraña de informaciones superfluas que lo único que hacen son confundirnos e impedir llegar a las soluciones que de otra manera serían casi evidentes.

Otras veces los problemas se van creando, no nacen, sino que evolucionan. Nuestra perspectiva no es la idónea, hemos visto el problema desde el principio, hemos visto como se iba complicando, como crecía. No somos imparciales. Los problemas evolucionan y todo lo que evoluciona es complicado. Es difícil desentrañarlo.

evolución del cerebro humanoSi nos fijamos en el cerebro humano nos daremos cuenta de su complejidad. No sería mejor haber fabricado un cerebro más sencillo. No, porque nuestro cerebro deriva del de los mamíferos, y éste de los aves y reptiles, y éste de los anfibios, y peces, y éste de los ciclóstomos. Y antes del sistema cerebral de los cordados primitivos, y antes del sistema ganglionar de los anélidos y artrópodos, y del sistema nervioso reticular de los celenterados, y al principio de los organismos unicelulares sin sistema nervioso.

Los problemas son como son, y para nosotros que los hemos visto crecer son muy complicados, quizás excesivamente. Si nos alejáramos y viéramos el problema con una óptica nueva, sin tener en cuenta la vivencia que hemos tenido de ellos, es posible que elimináramos mucha de su complejidad y su carga emocional, facilitando así su resolución.

Siempre que afrontemos un problema limpiemos el enunciado de observaciones innecesarias y de datos sobrantes. Reescribamos y redefinamos la pregunta.