Hasta los seis o siete años los niños mantienen expectativas elevadas de éxito a pesar de un desempeño deficiente en intentos anteriores.
Los niños pequeños tienen gran confianza en sí mismos, incluso ante desventajas insuperables y fracasos repetidos. Tienen persistencia, optimismo, automotivación y entusiasmo, elementos importantes de la inteligencia emocional.
El camino, pues, es volver a la infancia, donde todo era posible y conseguíamos metas impensables para un adulto.