No deben hacerse todo el tiempo ni de forma desproporcionada. Se deben utilizar en las situaciones que entrañen peligro para nuestros niños.
No utilizar palabras que dañen o menosprecien, ni un tono alto de voz. Las limitamos a conductas peligrosas, inadecuadas y perjudiciales.
Huir de los gritos. Reprimendas con firmeza, pero sin ser autoritarias. No aceptar réplicas en los momentos de la regañina. Ser objetivos. Cuidados con nuestros estados negativos de ánimo que nos influirán a no ser ecuánimes.
No estar todo el día regañando. La técnica perdería su eficacia.