Los niños con traumas suelen ser tratados como pequeños extremadamente vulnerables y se suele tender a darles tiempo para enfrentar sus emociones dentro de un ambiente que les apoye.
Pero avances recientes en la psicología cognoscitiva y de conducta sugieren un cambio de enfoque, más inmediato y directo para desensibilizar el efecto del trauma. Se estimula los centros de tranquilización del cerebro, y se previene así mejor los síntomas psicológicos como las pesadillas y la angustia.