niños resolviendo un puzle

Cada pieza tiene cuatro lados donde se pueden encajar las otras piezas. Excepto las fichas de los laterales que tendrán un lado recto, y sólo tienen tres lados desiguales donde encajar. O los vértices, con dos lados rectos, y dos con los que se pueden unir a otras piezas.

Por tanto las piezas más sencillas son las esquinas, ya que sólo hay que buscar sus dos piezas adyacentes.

En el caso de los laterales habría que buscar tres piezas, dos que también tengan un lado recto y otra con 4 lados distintos. Por tanto lo ideal sería separar las piezas de los laterales a un lado y jugar sólo con ellas hasta formar el contorno del puzle.

Y luego proceder ya como habitualmente, pero con la ventaja de que hemos reducido sensiblemente el número de piezas.

Lo más común es empezar por lo más fácil, pero cuantas veces la fuerza de la costumbre nos obliga a empezar la casa por el tejado. Como profesor de magia he vivido esta situación muchísimas veces.

Los alumnos se empeñan en querer correr antes que andar. Quieren aprender unas técnicas que todavía no están a su alcance, y acaban realizándolas mal.

Si tuvieran un poco de paciencia, si siguieran el orden correcto de aprendizaje, empezando por lo más fácil, acostumbrarían a su mente a unas acciones básicas que luego serían fundamentales para el correcto estudio y ejecución de las técnicas más complejas. Técnicas que aprenderían con un esfuerzo mucho menor.

Esta sociedad tan acelerada nos está robando nuestra mejor herramienta, el tiempo.