tristeza aislamiento

En la depresión se concentran algunas de estas sensaciones, odio hacia uno mismo, falta de autoestima, pesadumbre excesiva y ansiedad abrumadora. Produciendo también secuelas intelectuales: confusión, imposibilidad de concentrarse y pérdida de memoria. Y efectos físicos: insomnio, apatía, embotamiento, nerviosismo y desasosiego.

Las depresiones ligeras pueden solventarse con psicoterapia y medicación (prozac).

Hay estrategias que pueden realizar los propios sujetos para afrontar la tristeza común o la melancolía. Algunas son erróneas, como el aislamiento. Aumenta nuestra sensación de soledad y desamparo. Lo mejor es compartir actividades sociales, con amigos o familia.

El grado de obsesión de la persona es uno de los principales determinantes de la duración e intensidad de un estado depresivo: preocupación por el agotamiento, poca motivación, poca energía, poco rendimiento. Es una mera retroalimentación de la propia tristeza sin intentar cambiar de estado.

Las mujeres son más proclives a la depresión, son más obsesivas. Los hombres suelen acabar recurriendo al alcohol.

La depresión leve se puede afrontar con la terapia cognitiva. Aprender a afrontar los pensamientos obsesivos, cuestionar su validez y considerar alternativas positivas. Y se complementa con la realización de actividades agradables, que funcionan como distracción. Sin embargo, las personas deprimidas, irónicamente, suelen distraerse recurriendo a otros pensamientos depresivos, se profundiza así más en la depresión.

El aeróbic es una buena táctica contra la depresión, sobre todo en los que no están acostumbrados al ejercicio. Con la relajación se reduce la ansiedad, pero es contraproducente para el tratamiento de la depresión.

Otro método es el de infundirse ánimo mediante regalos y placeres sensoriales. Cambios en la imagen, o afrontar una actividad que fácilmente nos proporcione un pequeño triunfo.

La reestructuración cognitiva también es muy útil, tratar de ver las cosas desde otra óptica diferente. Como lo es ayudar a quienes lo necesitan.

La comida o el alcohol sin embargo sólo hacen crecer la depresión.

Las emociones negativas intensas (enojo, ansiedad, depresión) absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa (dificultades para aprender). Se dificulta la concentración y la memoria de trabajo.