Otras veces no intentamos resolver un problema por miedo a equivocarnos. ¿Qué pensarán los demás de nosotros? ¿Pensarán que no sé hacer bien las cosas, que soy un fracasado? Y lo que es más habitual, ¿qué pensaré yo de mi mismo? ¿Sufrirá mi autoestima una nueva decepción?
Y es que no nos damos cuenta de que ese miedo al fracaso es lo que muchas veces nos impide progresar. Si nos equivocamos no pasa nada, seguimos intentándolo. De los errores también se aprende.
Para el cerebro la solución de un problema no es el fin. La meta es el camino. Lo importante realmente no es la solución, es el proceso de su búsqueda.
Es como el cuento de El Alquimista de Paulo Coelho, el tesoro no está en el destino, está en el camino.
La búsqueda de la solución es lo que hace trabajar al cerebro, lo que activa nuevas neuronas y crea nuevas conexiones sinápticas.
Aunque fracasemos en resolver el problema, nuestro cerebro siempre gana.