Esa suposición era falsa así que supongamos otra cosa. Continuemos hasta que lleguemos a la solución. Es cuestión de paciencia.
El riesgo de no proceder así es abandonar el problema. Por ejemplo, cuando resolvemos un sudoku y nos quedamos sin opciones, cojamos el lápiz y hagamos una suposición.
Si llegamos a un resultado erróneo es que la suposición era errónea, borremos todo lo que hicimos desde la suposición y probemos otra alternativa.
Es lo mismo que ocurre con los laberintos. Cuando llegamos a una bifurcación probamos por una de las posibilidades, si llegamos a un punto sin retorno hemos demostrado que la suposición era incorrecta. Basta entonces con probar la otra alternativa. Y esto lo repetiremos con cada una de las ramificaciones.
Frivolizando un poco es lo mismo que hacen algunos cuando buscan pareja. Se casan y si sale mal se divorcian. Buscan otra esposa, si no funciona se vuelven a divorciar. Así hasta que encuentren a su pareja ideal.
Cuando tenemos varias opciones, pocas, y no sabemos cuál coger, lo mejor es probar. Muchas veces perdemos demasiado tiempo, dinero y energías con estudios y análisis. Demoramos la toma de decisiones. Es mejor probar, elegimos una de las opciones, por intuición, muchas veces acertaremos. En caso contrario, probemos con otra, así hasta que acertemos. Confía en tu intuición