Podemos comenzar pidiendo a los niños que hagan una lista de lo que pueden hacer para calmarse en una situación conflictiva. Lo normal es que entre todos surjan diferentes posibilidades:
- como distanciarse físicamente de la situación (alejarse del lugar, no volver hasta estar tranquilo),
- distanciarse psicológicamente (respirar profundamente, hacer un rápido ejercicio de relajación, pensar en otra cosa),
- realizar alguna actividad distractora (contar hasta 10, pasear, hablar con un compañero) etc.
Cuando los niños se dan cuenta de que existen muchas maneras de pararse y calmarse, se trataría de ver cuáles serían las mejores para cada uno.
Como padres o educadores podemos ayudar en esta fase proponiendo alternativas educativas que no se hayan planteado, por ejemplo respuestas incompatibles a “llegar a las manos” (cruzar los brazos, alejarse rápidamente del lugar, meter las manos en los bolsillos, etc.)
- Hacer prácticas de autocontrol a través del Role-Playing:
El profesor y los compañeros servirán de modelo de conductas de autocontrol y cada uno tendrá ocasión de verse en una situación en la que tiene que poner en práctica lo aprendido.
- Utilizar semáforos como estímulos discriminativos:
Recordando la técnica del semáforo vista anteriormente, colocaremos semáforos en diferentes lugares de la clase. De esa manera se harán conscientes de que deberán pararse, pensar y solucionar pacíficamente sus conflictos, o mejorar su estado emocional.