Esta errónea idealización del coeficiente intelectual ha dirigido nuestra sociedad durante mucho tiempo. La educación ha estado programada para encontrar a estas personas. El C.I. es estable a lo largo de la vida, apenas varía. Es como si una persona ya estuviera predestinada al éxito o al fracaso desde su nacimiento.
Educación infantil, primaria, secundaria y universitaria enfocadas a inculcarnos datos y más datos. Un mundo en el que sólo existen las matemáticas, la lengua y los conocimientos técnicos. Una educación que no nos enseña apenas nada a afrontar la vida como adultos. Unos adultos que tan sólo disponen como equipaje de su C.I., lustrado por años y años de enseñanza de conocimientos y más conocimientos, y de los valores que nos inculcaron nuestros padres y la sociedad.