En su origen, 1970 en Suecia, se pusieron en la base de la pirámide los alimentos más baratos, para así poder llegar a toda la población. No se primaba el valor nutricional.

De hecho hasta hace muy pocos años la base eran harinas refinadas: pastas, galletas, panes, cereales de desayuno.

Esto lo han solucionado, ahora recomiendan cereales integrales. Bien por ellos. Y han añadido legumbres. Bien.

Pero los cereales nunca pueden ser nuestra base de la alimentación. Es preferible intercambiar este escalón por el de frutas y verduras que sí son los que dictan nuestra verdadera salud.

Comer cinco piezas de frutas y verduras. Verduras en cada una de las comidas principales, bien.

El siguiente escalón, los lácteos. ¿En serio? ¿No sería mejor poner antes huevos, carnes magras, pescados y mariscos? ¿Hay que tomar además 3 lácteos diarios?

Llámame mal pensado, pero aquí hay lobbies de por medio. Los lácteos no deben priorizar nunca al resto de las proteínas. Así que este escalón debería pasar arriba.