En cada encuentro emitimos señales emocionales a los demás. Inconscientemente reproducimos las emociones desplegadas por otra persona a través de un proceso no consciente de imitación de los movimientos (cara, gestos, tono de voz, incluso la misma posición corporal). Aunque a veces imperceptiblemente, esto es así, imitación que se registra con sensores electrónicos.
El grado de armonía emocional que experimenta una persona en un determinado encuentro se refleja en la forma en que adapta sus movimientos físicos a los de su interlocutor.
También se da con los estados de ánimo negativos. Esta sintonía con los estados de ánimo de los demás o a imponer los suyos ayuda a ser considerado emocionalmente más amable; es un rasgo distintivo del liderato.
El caso contrario produce dificultades en las relaciones, son personas que despiertan incomodidad en los demás.