Lino, Sésamo, girasol, calabaza, amapola, amaranto, cáñamo,…
Durante la evolución las semillas formaron parte de la alimentación del ser humano y de sus antepasados. En una sociedad cazadora-recolectora, las semillas tenían un lugar importante en nuestra nutrición. Por tanto estamos muy adaptados a su consumo.
Las semillas son el futuro de la vida, de ellas nacerá un planta. Y al igual que sucede con el huevo, tienen muchos nutrientes para servir de alimento a la naciente planta. Nutrientes que son igual de aptos para nuestra alimentación.
Son ricas en proteínas, grasas saludables (las que más omega 3 tienen son la chía y el lino) y fibra. Hidratos de carbono moderados (siendo más ricos las semillas de girasol y el sésamo). Y tienen gran cantidad de minerales y vitaminas.
De media tienen 550 Kcalorías por cada 100. No hay que preocuparse por engordar. Son sumamente saciantes debido a su alto contenido en fibra y grasas saludables.
Se suele consumir un puñado de semillas, de 30 a 50 gramos. Buena idea es variar el tipo de las que comemos.
Al igual que sucede con la chía hay que activar las semillas para poder absorber mejor sus nutrientes. Hay semillas de cáscara tan dura, como el lino y la chía, que no pueden ser digeridas y son expulsadas por el sistema digestivo tal cual entran.
Por ello lo ideal es ponerlas en remojo. Así la semilla activa su forma de germinación, reblandece la cáscara y deja más biodisponibles sus nutrientes. Y a la vez sus antinutrientes dejan de estar activos. (Es lo mismo que sucede cuando ponemos en remojo los garbanzos o las lentejas la noche anterior).
Tras 8 horas las semillas ya están activas. Pero hay otras, que requieren la mitad de tiempo, sésamo, girasol, calabaza. Pero como es imposible recordar toda la información lo ideal es dejarlas en remojo 8 horas.
Si las dejamos menos tiempo tampoco pasa nada, se absorberán menos nutrientes, pero no hay que preocuparse, ya llevamos una dieta rica en fruta y verduras, con legumbres y frutos secos.
Los nutrientes de las semillas sólo son complemento del resto de la alimentación.
Otra forma de activar las semillas es triturándolas. Una vez triturada, dejarlas lejos de la luz y consumir en pocos días, ya que el calor afecta a la pérdida de algunos nutrientes como la vitamina E, y desnaturaliza los aceites esenciales.
También se pueden activar las semillas por calor, cocinándolas. Se perderán algunos micronutrientes, como ya vimos en el párrafo anterior. Pero no importa, estos los adquiriremos del resto de nuestras comidas.
Semillas de sésamo en pan, es una buena opción. El problema es que la industria añade las semillas a sus productos sólo por cuestión de marketing. Por ejemplo las semillas de sésamo de sus panes no están activas. Las ponen crudas porque están más bonitas.
Además de las semillas más conocidas, o actualmente conocidas, hay otras de consumo menos obvio que tienen también grandes beneficios:
semillas de uva, de albaricoque, de granada, comino, y la quinoa (también es una semilla)
Sí, lo adivinas, hablaremos de la quinoa pronto.